Hoy rindo homenaje al título de nuestro blog y voy a hablar de souvenirs. Concretamente de un souvenir muy navideño, tan navideño como el turrón; y vienés, tan vienés como el vals. Me estoy refiriendo a las bolas de cristal. Y no precisamente a la de la Bruja Avería, sino a esas bolitas de cristal con escenas navideñas, que al agitarlas recrean una perfecta nevada. Seguro que todos tenemos o hemos tenido alguna vez una bola de cristal o bola de nieve, como también se las acostumbra a llamar. Pues bien, aunque parezca mentira, este clásico souvenir no tiene procedencia china, sino que es de origen austríaco.
Las bolas de nieve vieron la luz en el año 1900, y como suele ocurrir con muchas invenciones, fueron el producto de un error. Resulta que Erwin Perzy I, un mecánico de instrumentos quirúrgicos vienés, estaba intentando aumentar la intensidad de la luz de las lámparas de gas cuando, entre prueba y prueba, él sí que se iluminó y acabó creando uno de los souvenirs más navideños y más vendidos de todos los tiempos. La idea le vino al fijarse en los métodos del gremio de zapateros, que colocaban una bola de cristal rellena de agua delante de la luz para obtener un punto de luz mayor. Él pensó que si añadía algún componente más al agua quizá podría conseguir un efecto amplificador mayor. Fue así como a la bola de cristal le añadió sémola. Y a partir de aquí, lo demás ya es historia. Perzy se dio cuenta de que el efecto era parecido al de una nevada y decidió añadir a su invento una maqueta de la Basílica de Mariazell en miniatura. Después patentó sus bolas de nieve y ya en 1905 empezó la producción en serie. Eso sí, siempre de un modo artesanal. Los primeros 40 años las bolas siempre se comercializaron con el mismo paisaje, hasta que Erwin Perzy II heredó el negocio familiar y decidió cambiar ligeramente el diseño y sustituir la iglesia por una figurita de Papá Noel, árboles de Navidad o muñecos de nieve. A él también se le atribuye el cambio de material con el que se confecciona la nieve artificial, uno de los mayores secretos de esta manufactura de bolas de nieve 100% vienesa.
Han pasado ya años desde que Erwin Perzy I revolucionara el mundo de los souvenirs con su bola de nieve, pero el negocio familiar sigue adelante, viento en popa a toda vela, liderado esta vez por su nieto, Erwin Perzy III, que dirige con orgullo y pasión la Fábrica y Museo de Bolas de Nieve Originales de Viena. Esta pequeña tienda y museo, situada en las antiguas casas de la periferia de Hernals (a las afueras de la ciudad), es un pequeño paraíso de bolas de nieve en el que la Navidad es omnipresente, independientemente de la estación del año. Podrás hacerle una visita de lunes a jueves, de 9 a 15h. Actualmente se producen y se reparten a clientes de todo el mundo (especialmente de los Estados Unidos y de Japón) cerca de 200.000 bolas de cristal al año, y cuentan ya con 350 diseños diferentes. De hecho, es posible incluso encargar un diseño personalizado, como sucedió hace un par de años, cuando confeccionaron un encargo muy especial para la hija pequeña de los Obama. Y es que, como puedes comprobar, estas bolas de cristal cautivan con sus encantadores paisajes navideños a todo tipo de clientes desde hace más de 100 años. Tanto es así que incluso el mismísimo Orson Welles encargó una para su mítica película Ciudadano Kane, y de este modo concedió su minuto de gloria a este souvenir vienés. Solo tienes que recordar esa primera escena en la que una bola de nieve con una casita en su interior se cae escaleras abajo y se rompe en mil pedazos. Te dejo aquí debajo la escena que abre la película. Si te adelantas al minuto 2:15 podrás ver la escena de la que te hablo.
En la Fábrica y Museo de Bolas de Nieve Originales de Viena podrás encontrar prácticamente todos los diseños que se fabrican, pero no es el único lugar en el que podrás adquirir una bola de nieve original, sino que también podrás comprarlas en las tiendas de souvenirs y, durante la época navideña, en el mercadillo Christkindl de Viena, en la plaza del Ayuntamiento (Rathausplatz). Los modelos que más se venden en Viena son, por supuesto, los que cuentan con los paisajes más emblemáticos de la ciudad, como su famosa noria, la catedral de San Esteban y el Ayuntamiento.
Así que ya sabes, si estás a puntito de emprender el vuelo a la capital austríaca y ya estás pensando en traer algún recuerdo a tus amigos y familiares, no hay nada más vienés que las bolas de nieve. Las encontrarás de todos los tamaños y diseños. Seguro que sorprendes a más de uno con este original souvenir, y más aún si les cuentas un poquito de su historia.
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