
Popularmente conocido como el gran durián, este fantástico edificio es el Teatro Ópera Esplanade de Singapur. Fue inaugurado en 2002 con un coste envidiable de nada más y nada menos que 600 millones de dólares singapurenses. Y, claro, como suele suceder tras grandes gestas, a no todos contenta. A unos les encanta, a otros les parece horrendo y a casi todos les parece carísimo. Personalmente, y sin tener en cuenta el gasto que supuso, me parece una obra espectacular. De hecho, si miramos en la historia de nuestra querida Europa, hasta quisieron derribar la Torre Eiffel en el siglo XIX de lo feísima que era.

Sea como fuere, el Esplanade hoy es un referente mundial y ha logrado forjarse una gran reputación. Sí, por aquí han pasado los mejores. Y es más, los que aún no lo han hecho, esán deseando pasar. Y, es que, el Esplanade es puro arte, tanto en el contenido como en el continente. Pero no voy a hablar de sus 1.600 localidades para conciertos, de sus 2.000 asientos para teatro, de sus estudios, su inmensa biblioteca ni de su fantástico centro comercial. Para eso, lo mejor es bajarte la audioguía de Singapur Play and Tour, evidentemente 😉
En cambio, hoy quiero hablaros de los diferentes apodos que recibe gracias a su forma. ¿Cuáles son? Caretas de esgrima, ojos de mosca, coladores de cocina, pelotas de golf, micrófonos, erizos… Pero el más popular, y con una gran ventaja frente a los otros, es durián. De hecho, lo llaman el gran durián. ¿Pero sabéis qué es ese nombre?
Es una fruta tropical de sabor exquisito pero de un olor nada agradable. De hecho, tan poco agradable que en la mayoría de hoteles del sudeste asiático está prohibido entrarlos a la habitación. Es divertido ver carteles con prohibido fumar, prohibido perro y prohibido durián.
Mirad las fotos y luego me diréis si están acertados o no en comparar al Esplanade con un durián.

¿Se parecen, verdad?

Por todo esto, existe la broma local que asegura que el durián huela mal, sabe muy bien y, además, suena de maravilla.
Así que ya lo sabes: si estás por Singapur o de paseo por algún otro país como Tailandia, Vietnam, Camboya, Malasia, etc no dejes de acercarte a alguno de sus mercados y comprarte uno. Diles que te lo abran y lo pruebas. Alucinarás con su sabor. Eso sí, no te traigas uno de souvenir. Dudo que te lo dejen subir al avión 🙂