
“Entre los barrios sevillanos existe uno de leyenda, pues son sus calles tan solitarias que es un encanto, y en el verano en ninguna de ellas penetra el sol. Plaza preciosa de Doña Elvira, es el más bello placer en esta vida. Preciosa y bella. También notables, Santa Teresa, Lope de Rueda y Los Venerables, plaza preciosa de Doña Elvira, Calle Pimienta y del Agua el callejón, bellos Jardines de Murillo, lo más hermoso que Dios creó.” Barrio brujo, tuna de Peritos de Sevilla.
La hermosa plaza de Doña Elvira es uno de los lugares con más encanto del barrio de Santa Cruz, y me atrevería a decir que de todo Sevilla. En esta pequeña plaza de forma cuadrangular —rodeada de naranjos y bancos de azulejos—, y presidida por una bonita fuente central, se fraguó la leyenda del mayor conquistador del país, y casi del mundo entero: Don Juan Tenorio. Y buena prueba de su proyección internacional es el Don Giovanni de Mozart, ópera inspirada en el personaje de Zorrilla.
Pero volvamos a la plaza que nos ocupa hoy. La plaza de Doña Elvira le debe su popularidad y su nombre, en parte, a la obra de Zorrilla y, en parte también, a Doña Elvira de Ayala, personaje histórico muy vinculado a esta plaza. Lo cierto es que esta placita tranquila y elegante carga a sus espaldas una larga y convulsa historia. Después de estar bajo dominio islámico durante años, la zona en la que se ubica esta plazoleta pasó a ser la judería de Sevilla tras la Reconquista de la ciudad a manos de Fernando III. El actual barrio de Santa Cruz se mantuvo como la judería de la ciudad durante casi 150 años hasta que fue saqueada y Enrique III donó el barrio a Don Pedro López de Ayala, padre de Doña Elvira. Y he aquí el porqué del nombre de la plaza, dado que Don Pedro y Doña Elvira vivían en un palacio situado en el terreno que actualmente ocupa la plaza que lleva su nombre. Más adelante, esta plaza se convirtió en Corral de Comedias y fue precisamente aquí donde estrenó sus obras, ni más ni menos, que Miguel de Cervantes.
Y si bien esta plaza de encanto sin igual le debe su nombre a Doña Elvira de Ayala, su popularidad se la debe al Don Juan Tenorio de Zorrilla, puesto que cuenta la leyenda sevillana que en este mismo lugar se encontraba la casa de Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, el amor imposible de Don Juan Tenorio. Para dejar constancia de ello, en la plaza podrás encontrar una placa de cerámica que dice así: “Dice la tradición que en este lugar, antiguo Corral de Comedias de Doña Elvira, tuvo su sede la casa solariega del comendador de Calatrava, Don Gonzalo de Ulloa, padre de Doña Inés, y que la pluma de Don José Zorrilla, haciéndose eco de la leyenda, dio vida a la universal obra de Don Juan Tenorio”.
Ya sea por su historia o por ser escenario principal de una de las obras más reconocidas del dramaturgo español José Zorrilla, lo cierto es que son muchos los que se acercan a pasear por esta plaza. Y es que la Plaza de Doña Elvira tiene un “color especial” y un inconfundible olor a azahar, un aroma muy andaluz que la hace especialmente atractiva. Y a su atractivo natural hay que sumarle el encanto de las calles que le dan acceso (tan típicas del barrio judío, como la calle Rodrigo Caro), su condición de ser zona exclusivamente peatonal, y como no, la hermosa fuente que destaca en su interior. Y por si esto no fuera suficiente para convencerte, la plaza está rodeada de edificios de un marcado carácter sevillano, en los que podrás encontrar restaurantes, terrazas y tiendas de recuerdos y artesanía. Una maravilla, vamos. Yo de ti no me lo pensaba dos veces, y asomaría la cabecita por esta plaza de camino al Real Alcázar, bordeando la antigua muralla y entrando por la calle Rodrigo Caro.