
Praga cuenta con cerca de 30 cementerios, a cuál más interesante. Hoy te voy a hablar de uno de ellos. Del más grande de la ciudad y de todo el país. Hoy le llega el turno al Cementerio de Olsany, un cementerio inmenso, con mucho arte y mucha historia revoloteando a su alrededor.
Tengo que confesar que no hace mucho tiempo que visito cementerios. Al principio me daba un poco de yuyu y me parecía algo poco decoroso. Me imponían mucho respeto, y después de haber visitado unos cuantos, este sentimiento no ha cambiado. Me siguen imponiendo respeto, pero creo que eso es fundamental cuando se visita un lugar tan especial. Por lo demás, lo cierto es que en cuanto visité mi primer cementerio ya me quité todas esas ideas absurdas de la cabeza. Los camposantos son mucho más que el lugar donde reposan nuestros seres queridos. Hay muchas ciudades en las que los cementerios son auténticos museos, y algunos de sus mausoleos, una auténtica obra de arte. Este es el caso, por ejemplo, del Cementerio de Olsany de Praga.
El Cementerio de Olsany puede llegar a ser un laberinto si no te haces con un mapa, y en sus más de 50 hectáreas puedes encontrar las tumbas y mausoleos de grandes personalidades de la historia checa, como el poeta Karel Jaromír Erben, el lingüista Josef Jungmann o el joven estudiante Jan Palach, quien se suicidó prendiéndose fuego en 1969 como forma de protesta política ante la invasión soviética. Ahora bien, de entre los 2 millones de tumbas que alberga este gigantesco cementerio, quizá la más famosa y visitada sea la del escritor checo Franz Kafka.
De todos modos, también se puede optar por dar un paseo por el cementerio sin tomar ningún rumbo. Como lo harías si pasearas por un parque porque, a fin de cuentas, es lo que es. Un hermoso y frondoso parque en el que la vegetación crece sin orden ni concierto y trepa por algunas de las lápidas. Eso sí, pasear por un cementerio tiene un nosequé distinto. Los cementerios siempre están envueltos de un halo de misterio, un cierto misticismo y, al mismo tiempo que te pueden poner los pelos de punta, te hacen sentir en paz. Esta fue la sensación que tuve al entrar en el Cementerio de Olsany.
A pesar de no encontrarse en pleno centro de Praga, es muy fácil llegar hasta aquí en metro. De hecho, la parada de metro de Flora (línea A) queda a escasos metros de una de las entradas del cementerio. Lo primero que me sorprendió es el gran centro comercial que se ha construido justo al lado. Si vas con la idea de que un cementerio tiene que estar apartado de cualquier núcleo urbano, esto te va a sorprender tanto como a mí. Pero si quieres que te diga la verdad, en cuanto te adentras en los senderos del camposanto, ya no se oye nada y realmente parece que estés en una zona aislada. Como suele pasar cuando se visita un cementerio, el silencio impera y solo se oyen los murmullos de algunos visitantes, el crujir de las hojas y el aleteo de algún ave.
Como te decía, puedes optar por buscar las lápidas de los personajes ilustres que reposan en este camposanto o hacer una visita a tu aire. Y ya te garantizo desde ahora que ir sin rumbo fijo también es una buena opción, ya que se cuentan por centenas las esculturas Art Nouveau y los panteones repletos de ángeles suplicantes, vírgenes y cruces góticas. Si te interesa el arte funerario, encontrarás las lápidas más antiguas en el lado noroeste del cementerio, junto a la capilla de San Roque, del siglo XVII. Y si durante tu recorrido hay algo que te resulte familiar, no te asustes. No significa que en una vida anterior hayas estado por estos lares. Quizás se deba a una afición mucho más terrenal. Si has visto la película de Van Helsing, te sonará este camposanto porque es aquí donde se filmó la escena en la que el protagonista duerme a Frankenstein y lo esconde en una tumba. Y si eres más de literatura y has leído los cuentos de Edgar Allan Poe, te será inevitable trasladarte a alguna de sus historias a medida que vas avanzando entre lápidas, tumbas y senderos boscosos.
Pero veamos un poco de historia… ¿sabías que este cementerio nació en 1680 a raíz de una epidemia de peste en la ciudad de Praga? Ante la necesidad de dar sepultura a las víctimas que se cobraba la epidemia día a día, se decidió abrir este cementerio (algo alejado del núcleo urbano) para evitar que se propagase más la enfermedad. Además, este cementerio es muy particular, ya que aúna en un mismo terreno hasta 12 cementerios distintos, entre ellos un cementerio ortodoxo, el Nuevo Cementerio Judío, un cementerio musulmán y cementerios militares en los que pueden encontrarse las tumbas de combatientes de la Segunda Guerra Mundial o miembros de la Commonwealth.
Así que ya sabes, tanto si eres de los que adora dar un tranquilo paseo por los cementerios más icónicos del planeta como si eres de los que todavía no se ha iniciado en esto de andar entre dos mundos, no te puedes perder el Cementerio de Olsany de Praga. Estoy segura de que te sorprenderá muy gratamente y te dejará con ganas de más. Además, otoño es la época ideal para ver el cementerio en todo su esplendor, con el follaje de los árboles de un precioso color dorado. Una imagen de lo más bucólica y romántica, dos adjetivos que le pegan mucho a la ciudad de Praga. Quién sabe si esta visita marque el inicio de tu afición por los cementerios. Eso sí, tómate tu tiempo y no lo dejes para última hora porque te puede llevar hasta una mañana entera, y eso sin verlo todo.