
Más de un millón de turistas al año visitan Pisa con una única misión: ¡hacerse una foto con la Torre Inclinada de Pisa!

Pero lo que casi ningún turista sabe es que detrás del embrujo que esta extravagante estructura ejerce sobre ellos, se halla el secreto mejor guardado de la ciudad.

Sí, sí, sí. Y es que precisamente son ellos, ese millón y pico de turistas anuales, los que quedan hechizados y literalmente aguantan la Torre Inclinada de Pisa para que no se caiga. Un rato uno, un rato otro, a veces varios a la vez. Es la magia del turismo, que consiguen conservar el patrimonio de Pisa, así como su constante restauración, debido a sus visitas a estos lugares emblemáticos, a sus comidas en los restaurantes, a sus compras en los puestos de souvenirs, a sus vueltas en carromatos de caballos y un largo etcétera 🙂

Por eso, gracias a Esther, gracias a Elliot, gracias a Sarah, gracias a Stepan, gracias a Fabio, gracias a Hiroshi, gracias a Omar, gracias a Nora, gracias a Feng, gracias a Peter, gracias a Oliver, gracias a George, gracias a Ranjit, gracias a Katty, gracias a Vivi, gracias a Eloy, gracias a Anne Marie, gracias a Weckstein, gracias a Kevin, gracias a Akira, gracias a Becky, gracias a Jordi, gracias a Yong y hasta gracias a Messi… la Torre Inclinada de Pisa no se cae.
Gracias a todos, sí. La belleza y extravagancia de este campanario lo ha conseguido. Nos atrae, nos hechiza y nos hace aguantarla día tras día.
Por supuesto, te recomiendo muy mucho que cuando vayas a Pisa, aguantes la Torre. Con estoicismo. Con bravura. Con tu mejor sonrisa. Al menos, hazlo un ratito mientras te haces una foto para la posteridad, como estas.
Y si, además, te apetece subir a la Torre Inclinada de Pisa, recuerda que puedes comprar tu entrada anticipada desde aquí para ahorrarte el hacer largas e interminables colas. Consejo de viajero 🙂