
La construcción de la Torre de Pisa comenzó en el año 1173 como complemento para los edificios del Duomo y el Baptisterio. Y es que de hecho, la torre no es más que el campanile del Duomo, es decir, un campanario que hubiera pasado inadvertido junto a otros cientos de torres de la Toscana si el terreno en el que se asienta no hubiera cedido. Pero las casualidades del destino han convertido a la Torre de Pisa en una de las imágenes más reconocibles de Italia y del mundo.
Aunque algunos hablan del Maestro Diotisalvi, la mayoría de expertos coinciden en señalar al arquitecto y escultor Bonanno Pisano como autor de la obra, quien se percató de su inclinación cuando tan solo se habían llegado a levantar los tres primeros pisos. Por eso, y por guerras con otros estados vecinos, en 1178 su construcción quedó paralizada. Pero en 1272 Giovanni di Simona retomó la obra y, aunque intentó desesperadamente enderezarla, la torre prefirió continuar con su extravagancia. Ya en 1319 Tommaso di Andrea Pisano terminó su última planta y la edificación se dio por terminada en el año 1372, tras instalar el campanario.

Y así quedó, tal como hoy la puedes ver. Inclinada. Muy inclinada. Ese fue su espíritu desde un inicio y así seguirá. Son casi 15.000 toneladas de peso y 58 metros de altura en una estructura cilíndrica caprichosamente hermosa. De estilo románico, la torre consta de ocho pisos de 15,48 metros de diámetro: una base con arcos ciegos y 15 columnas, seis niveles formados por una galería de arcos que rodean el eje central y, en el piso superior, el campanario, con un diámetro inferior a las demás plantas. Está recubierta de mármol blanco de Carrara y tiene numerosas incrustaciones de mármoles de varios colores.
Encima de su puerta de entrada hay una hornacina con una talla de mármol del siglo XIV de Andrea Guardi de la Madonna con Bambino y, a ambos lados, unos bonitos frisos que representan bestias legendarias y barcos idénticos a los de la flota de la República de Pisa. Son geniales.
Una vez finalizada, año tras año la Torre de Pisa siguió inclinándose cada vez más. Por eso, numerosos arquitectos intentaron sin éxito corregir dicha desviación. Fue entonces cuando se empezó a temer que la torre podía derrumbarse y se llegó a la conclusión que era peligroso que recibiera visitas, así que la célebre construcción fue cerrada al público en el año 1990.
A partir de ese momento, se comenzaron a realizar una serie de obras, que incluyeron la extracción de agua y arena del subsuelo y la colocación de 900 toneladas de plomo en la base de la edificación. Con todo esto y más, se consiguió disminuir la inclinación en varios centímetros, dejando la desviación actual en 3,99 metros respecto a la vertical. La misma inclinación que tenía en el año 1700.
Finalmente, la torre fue reabierta a los visitantes el 15 de diciembre de 2001. Desde luego, fue todo un acontecimiento que particularmente me ha alegrado mucho. De hecho, mis primeras fotos arriba de la Torre de Pisa estoy de la mano con mis padres. ¡Uf! Hace bastante más de 30 años de eso.

Lo que sí os puedo asegurar es que bien vale la pena pagar los 17 € que vale la entrada y hacer la inevitable cola de espera para ascender por los 294 peldaños de su escalera circular hasta el campanario. Por cierto, si quieres, puedes comprar tu entrada desde aquí. Como el número de visitas es limitado es muy recomendable que compres tu entrada con antelación. (Una curiosidad de esas que no se entienden: si compras la entrada en la propia plaza, junto a la Torre de Pisa, te constará 2 € menos que online. Es decir, 15 €. El riesgo: que no haya. Pero, ¿no sería lógico que fuera más barata la venta anticipada?)
En cuanto a los horarios para subir a la Torre de Pisa:
- Diciembre y enero – de 10h a 16:30h
- Noviembre y febrero – de 9:30h a 17:30h
- Marzo – De 9h a 17:30h
- De abril a septiembre – de 8:30h a 20h
- Octubre – de 9 a 19h
Y es que, una vez hayas subido, podrás contemplar unas hermosas vistas de la ciudad y, además, situarte en el mismo lugar desde donde Galileo Galilei dejó caer dos bolas de cañón de diferente masa para demostrar que la gravedad acelera a todos los objetos del mismo modo.
Lo que tampoco podéis perderos es haceros una foto aguantando la Torre de Pisa. Con las manos, con los pies, con la espalda… Pero que no se caiga. Desde aquí, además, os animo a hacer fotos también a la gente que hace esas tonterías. Os aseguro que es súper divertido. Y extravagante, también 🙂 Si tenéis alguna bien original, enviádnosla y la publicaremos, ¿ok?