
La Nueva Guardia –Neue Wache en alemán- se ubica en Unter den Linden y queda de paso de todo lo que seguramente vas a visitar en tu viaje a Berlín. Y curiosamente, pocos son los turistas que entran.
La Nueva Guardia fue construida entre 1816 y 1818, según diseños del arquitecto Karl Friedrich Schinkel, y se trata de uno de los mejores ejemplos del neoclacisismo alemán. Su nombre le viene por haber sido utilizado por las tropas de la Corte Prusiana como puesto de guardia, hasta que ya desde 1931 pasó a ser un monumento conmemorativo de esos que ahora está de moda llamar “memorials”.

La estructura es pequeña y sencilla, como si fuera una fortaleza romana. Y como te decía, desde 1931 el arquitecto Heirich Tessenow lo reconvirtió en un monumento a los fallecidos en la Primera Guerra Mundial. Su elemento más conocido y reconocido, su tragaluz circular. Más tarde, durante la ocupación nazi el edificio estuvo al servicio del Reich y, evidentemente, sufrió grandes daños durante la Segunda Guerra Mundial.
Tras la guerra fue restaurado y reabierto en 1960 como monumento a las víctimas del fascismo y el militarismo y se añadió una llama que nunca se apagaba en el 20 aniversario de la RDA y enterraron bajo esta estructura los restos de un soldado desconocido y también los de una víctima anónima de un campo de exterminio nazi. Además, también se enterró tierra proviniente de campos de batalla europeos y de campos de concentración. Emotivo, ¿verdad?
Tras caer el muro, la Nueva Guardia cambió de nuevo para convertirse en un monumento a las víctimas de la guerra y del despotismo. Eliminaron la llama que nunca se apagaba -imagino que la apagaron, claro- y en 1993 se colocó una de las obras más emotivas de todo Berlín. Una de las más emotivas, sí. Al menos, para mí. Y eso que Berlín está lleno de memorials 😉

Esta obra me encanta. Me sobrecoge. Me eriza. Es de Käthe Kollwitz y se llama Madre con su hijo muerto, aunque no tardó en ser rebautizada como La piedad de Kollwitz, en honor a la famosa Piedad de Miguel Ángel, principalmente. Para quien no la conozca, Käthe Kollwitz es una artista alemana polifacética y conocida pacifista, que nació a finales del XIX y murió poco antes de acabar la Segunda Guerra Mundial en 1945 -por cierto, si te interesa, tienes un museo con su nombre y con su obra, aquí en Berlín. Para llegar hasta allí coge la U1 hasta Uhlandstraße-.

Volvamos a la Pietá de Kollwitz. Se trata de una madre abrazando a su hijo fallecido. Lo más bonito, es que la escultura queda justo debajo del tragaluz circular, por lo que está expuesta a la lluvia, a la nieve y a cualquier inclemencia del tiempo. Y la madre sigue allí, protegiendo al cuerpo sin vida de su hijo.
Además, como decía al principio del post, pocos turistas entran. Nunca suele haber grandes aglomeraciones. Es curioso, porque por aquí al lado pasan riadas de turistas a todas horas, ya que está en el eje que une Alexanderplatz con la Puerta de Brandemburgo, la zona más concurrida por el turismo, claro. Ahora que ya lo sabes, procura entyrar y dedicar unos pocos minutos a pensar donde estás, lo que significa esta obra y todo lo que ha sucedido aquí. Pura emoción.