
Si hay una capital europea donde la expresión “vivir flotando” cobra realidad, esta es Ámsterdam. Y buena prueba de ello son las más de 2500 casas flotantes que se pueden encontrar surcando sus canales. ¿Quién no se ha asomado alguna vez a alguna ventana de un barco-vivienda y se ha hecho preguntas sobre como vivirán sus inquilinos? Seguro que te has preguntado cómo es posible tener electricidad estando en el agua, o como soportan el frío y la humedad en invierno. Pues bien, por lo visto debemos haber sido muchos los curiosos, porque el dueño de uno de estos barcos, cansado de dar respuesta siempre a las mismas preguntas, decidió abrir su propia vivienda al público en 1997 para que todos pudiésemos saciar nuestra curiosidad y sacar a relucir nuestro lado más indiscreto. Y con este acto de generosidad nos desvela todo lo que necesitamos saber acerca del funcionamiento de una casa flotante en pleno siglo XXI.
Como te podrás imaginar, Vincent van Loon, el propietario del buque Hendrika Maria, ya no vive en él desde que lo abrió como museo, pero te aseguro que al entrar en este barco-vivienda no te dará la impresión de que esté deshabitado. Todo lo contrario. Parece que el propietario haya salido a dar una vuelta y tenga que entrar por la puerta en cualquier momento, puesto que no le falta detalle. Hasta podrás tomarte un té o un cafecito en su salón estilo holandés de los años 50.
El Museo Casa Flotante de Ámsterdam, único en el mundo, se encuentra en el número 296 K del canal Prinsengracht, en el encantador barrio de Jordaan, un barrio muy céntrico y uno de los más bonitos de la capital holandesa. Y, por si fuera poco, a apenas cinco minutos a pie podrás visitar otro de los museos más concurridos de Ámsterdam, la Casa Museo de Ana Frank.
Desde luego, visitar este particular museo es una experiencia 100% recomendable para hacerte una idea de cómo es posible convertir un carguero en una vivienda totalmente adaptada para la vida actual. De hecho, es curioso descubrir el origen de esta casa flotante. Por lo visto fue un carguero construido en 1913 que se usaba para la carga de arena y grava hasta los años 60. Más tarde se rehabilitó como vivienda y estuvo habitado durante 20 años. ¡A-LU-CI-NAN-TE! No pierdas la oportunidad de visitarlo a tu ritmo con la ayuda del tríptico en español que te darán con la compra de la entrada. No te llevará mucho tiempo y, al contrario que en la mayoría de museos, en este sí que podrás hacer tantas fotos como quieras. El museo está abierto todo el año de martes a domingo, excepto los meses de julio y agosto, en los que permanece abierto todos los días de la semana. ¿El horario? De 10 h a 17 h. Y cierra en días señalados como el 1 de enero, el día de Navidad o el Día del Rey (que, para tu información, es el 27 de abril). La entrada de adulto cuesta 4,50 € y es una actividad que va a encantar a los más pequeños de la casa, ya que cuenta con talleres y actividades enfocados específicamente para los niños.
¡Que disfrutes del viaje a bordo del Hendrika Maria, grumete!