
En Ámsterdam hay infinidad de agradables cafés que visitar… y por varias y variadas razones 😉
Y es que desafortunadamente la mayoría de gente hace la ecuación Ámsterdam igual a drogas, pero no es así para nada. De ninguna forma. Ámsterdam es una ciudad abierta, tolerante, cosmopolita y amable repleta de historia, arte y cultura en cada esquina. Y más allá de sus museos espectaculares e imprescindibles, como el Rijksmuseum, el Stedelijkmuseum y el Van Gogh, hay que visitar otros mil rincones tan apasionantes como el que hoy te traigo.

En el día de hoy quiero recomendarte un café, sí. Pero no está en el Barrio Rojo, ni mucho menos, sino a menos de 10 minutos a pie de la Casa de Anna Frank, exactamente en Prinsengracht número 2, en la esquina donde interseccionan Prinsengracht y Brouwersgracht. Curiosamente, debido a la belleza de sus edificios y del puente, es una esquina muy retratada a lo largo de la historia y muy fotografiada por los turistas… aunque pocos son los que entran en el café que hay aquí, llamado Papeneiland.
Papeneiland es una típica taberna tradicional situada un edificio histórico y súper fotogénico que data de 1642. Este tipo de taberna es llamada café marrón (bruine kroeg) y nada tienen que ver con el color del café, sino con el tono de la madera y de las paredes sucias de nicotina de años y años de conversaciones y tertulias entre amigos.
Lo suyo es entrar y tomarte alguna cerveza regional con algo para picar, como unas bitterballen, unas croquetas rellenas de ragú y servidas con mostaza, una combinación genial. También tienen bebidas más fuertes de una destilería local y hasta paté casero de un carnicero cercano. Y muy en concreto, a mí me enamoró su tarta de manzana casera. Mmmmm…

Pero además… ¡Papeneiland guarda un gran secreto!
Para conocerlo, tendrás que entrar a tomarte algo y, al ratito, pedirle al camarero que te diga dónde está ese secreto.
Este café es de la época en la que el catolicismo era ilegal y los católicos de Ámsterdam solían ir a rezar a iglesias clandestinas. Aquí, al otro lado del canal estaba la extinta Posthoornkerk y para acceder a ella se utilizaba un túnel que cruzaba el canal. Por debajo, sí. ¿Y cómo se accedía a este túnel? ¡Exacto! Desde el café Papeneiland. Así que ya lo sabes, pon la mejor de tus sonrisas y verás cómo un camarero te enseñará dónde está el túnel. Aún existe.
Ahora, aquí al lado hay una iglesia con ese mismo nombre, pero no es la original, por supuesto. Esta es de mediados del XIX. Que no ten líen 😛
Y para acabar, ¿sabías que el propio Bill Clinton ha estado aquí? Mira mira: